El problema de la inversión en España es su composición | Negociaciones

Maravillas Delgado

Hay un acuerdo prácticamente unánime en que la economía española es la mejor de las esperadas y la mejor del resto de nuestros ciudadanos de la UE. Pero solo: el comportamiento de la inversión, considerada negativa por ser la única variable macroeconómica que hoy no ha alcanzado niveles de 2019. Sin embargo, no es el resultado de la inversión lo que más debería preocuparnos, teniendo en cuenta las tres funciones que operan en la economía.

El primero es su papel como componente de la demanda agregada, el más volátil y el principal responsable del perfil cíclico del PIB. El segundo tiempo, en el cuadrado medio y ancho, contiene las dotaciones de capital con aquellas que los trabajadores combinan su trabajo en la producción de bienes y servicios. La tercera, porque el progreso técnico se extiende a través de nuevos bienes de capital: durante menos años, se tiene un mayor progreso técnico incorporado. Estaréis en un movimiento de cinco años y en otra última generación.

La valoración de la reversión debe obedecer a estas tres perspectivas, todas relevantes, y los mensajes de estas últimas no pueden coincidir. Desde la primera óptica, el cortocircuito, el papel de reversión de la recuperación del PIB durante la pandemia sigue siendo modesto. La inversión privada, que no ha alcanzado la reciente recuperación en 2023 al nivel de 2019, mientras que la inversión pública beneficia las nuevas políticas europeas para superar la pandemia, incluso con un ritmo menor al esperado.

Desde el punto de vista del crecimiento económico, lo que importa es el efecto de reversión (inversión/PIB) logrado durante períodos prolongados y los efectos consiguientes sobre las dotaciones de capital del empresario. De acuerdo porque la inclusión de la vida como componente de la inversión crea un problema conceptual ya que gran parte es adquirida por la familia y dificulta el poner las vidas en propiedad en servicios de valoración. Por tanto, el capital residencial es excluyente a la hora de analizar el papel de la inversión como motor de crecimiento. Según información reciente de la FBBVA y el Ivie El capital social en España y bajo LACC 1995-2023, la ratio inversión residencial (vivienda excluida)/PIB en este período fue, en promedio, del 15,6%, valor superior al de Alemania, Italia y Reino Unido. El resultado de esta acumulación de inversiones es un elevado capital por una hora de trabajo en España. En consecuencia, nuestra economía no está particularmente mal dotada de capital productivo, gracias al aumento de las inversiones realizadas durante largos períodos de tiempo.

Hay, por tanto, problemas en la composición de los activos de capital, porque España ocupa las últimas posiciones en TIC e I+D. La mejora de esta sensación de progreso, pero fue vista por Francia -no frenada- por la caída de la inversión padecida durante el período 2019-2023 que, sin embargo, no afectó a todos los activos como este. Las grandes empresas acumularon aumento en los equipos de transporte (-28,9%), así como en los equipos y equipos de oficina (-10,9%), afectando en menor medida al software (-1,3%). A cambio, las comunicaciones (+22,2%) y la I+D (+14,8%) han creado un buen ritmo, pero no son suficientes para frenar la ruptura que hoy nos separa de otros países desarrollados. Además, la inversión pública ha experimentado desde 2019 un crecimiento más notable, el 28,2% acumulado hasta 2023, aunque es muy inferior en términos reales (-31,6%) que en 2007, al tiempo que se utiliza como variable de ajuste de las cuentas públicas durante la Gran Recesión.

En definitiva, España no tiene un problema de inversión o cambio de acción de capital insuficiente, sino de composición. Las consecuencias del mercado laboral han hecho que la inversión inmobiliaria y la menor presencia de activos relacionados con el conocimiento, como las TIC, la I+D y otros activos intangibles, acortan y alargan la vida útil de los medios para financiar el progreso técnico. Estas consecuencias resultan en una reducción gradual, pero el deseable cambio en la estructura de la inversión será necesario en los últimos años para frenar el aumento del potencial del PIB y de la productividad.

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