Arda Güler piensa rápido y rara vez piensa, pero piensa bien. Cuando el balón pasa por delante, mejora, sintetiza y suma peligro al juego. Tiene cuerpo de niño, carisma de artista y su relación con el oro se ajusta a ese «donde está el ojo». dónde está la pelota”. Con este bolso se convirtió en una de las mayores atracciones de Europa, se alistó en Turquía y los madrileños le agarraron en serio.
Pero sobre todo somos un caso que define las importantes diferencias que existen entre el sentimiento del gong y la realidad derivada del fútbol. A una buena cuerda le gustan diferentes jugadores. Pero la ciencia aplicada, que todavía juega el juego, ha puesto en Arda un cuerpo insuficiente (piernas caídas), una cabeza más creativa que obediente (los superdotados) y una madurez propia de la edad (que no garantiza la regularidad). Si un jugador que atrae a millones de personas encuentra resistencias de alto nivel, será cierto que acabaremos odiando el fútbol moderno.