Solo Kilian Jornet y su gato permanente en la historia han evitado que este sábado Kenia regrese a la Sierre-Zinal, la catedral del camino, una ruta que tiene reservada para sus fundadores de largas zancadas y corazones sin límite. La 51ª edición del Gran Decano Internacional, donde una de las dos localidades cuyo nombre se encuentra en un terreno siempre ascendente, pero sin grandes trampas técnicas, se alza en español, al gran remate de su palmarés, a la agonía de los más absolutos. , un sprint sin cuatro para el portazo más cruel de Philemon Kiriago, defensor del título, que duró 1,5 segundos, un suspiro sobre 31 kilómetros y 2.200 metros de desnivel positivo. Para registrar su décima Victoria tuvo que expresar cada zancada en pleno asfalto, en la zona vallada, con cientos de espectadores deseando que el héroe llegue sano y salvo. Una tarea que requería batir en un segundo su propio récord (2h25m34s) y confirmar el descenso más preciso en dos décadas de trayectoria.
El perfil de Sierre-Zinal es a priori la antítesis de lo que Jornet quiere ver en una grabación: sus caminos fugaces, sus vías rápidas, incluido el hormigón, el paraíso de los africanos. La acción comienza hacia las afueras de Sierre, con un kilómetro de camino antes de un desvío del camino que sube hacia los corredores ladera arriba. Con una cantidad de calor, se produce una reducción de más de seis kilómetros hasta el 20% -con un tramo de casi tres al 27%- para consumir más de dos tercios de su nivel positivo en apenas unos kilómetros. A partir de aquí, con el cansancio de las piedras entre las distintas raíces y los pies con ayuda de las lumbares o de las piedras, hay que correr, y rápido, para una sucesión de remitentes de subidas de ropa y algo de consuelo a subir a 2.400 metros de desnivel y comienza en el kilómetro 25 un ligero descenso que aumenta un 20% en los tres últimos.
Pese a este análisis, Jornet está enamorado de la carrera porque ha subsanado su zona de confort, desde Zegama, con su cresterío y sus trabajos técnicos. “Cuando corres aquí te sientes parte del deporte, ha inspirado muchas otras carreras. Escuche el peso de esta historia”. De si mismo. Habla de la exigencia –más de 20.000 corredores quedaron sin dorsal–, del cariño de unos 700 voluntarios y de su belleza, con cinco picos de más de 4.000 metros creando una impresión mágica que permitirá al alma atravesar el Hotel Weisshorn con 20 kilómetros en los muelles. “Es maravilloso correr por uno de los valles más bellos de los Alpes, incluso si eres muy amigable”. Entonces tienes una mueca, como si quisieras corregirla.
Así que no hay más tiempo para levantar la mirada. Tendrá que soportar el papel de Patrick Kipngeno, el campeón mundial de kilómetro vertical que acaba de ganar las dos carreras asiáticas de las Golden Trail Series. y ordenarlo plano gracias a sus 2.000 metros de Kiriago, que superó a su compatriota en 2023 desde que llegó a Remi Bonnet, reconoció la vida que le valió un lugar en su palmarés para acumular su odiosa nación y que ya le ha robado quedarse sin podio (9º ). Kipngeno hizo un tercero en 1m24s. Mientras tanto, Joyline Chepngeno impuso el dominio keniano en la carrera femenina (2h54m06s) con menos minutos que la británica Scout Adkin –la sorpresa– y la rumana Madalina Florea.
Jornet lleva 36 años a la venta en los mejores momentos de su carrera, la prueba del tiempo entrenando en Noruega. Nuestras estimaciones deberían ser mejores en dos o tres minutos del período 2019, pero el calor fue implacable en una prueba con estreno tardío, a las 11 a.m. Aproveché mi versatilidad y mi experiencia para no dejar escapar a Patrick en la subida, mientras sus piedras aguantaban la tensión de los senderos alpinos. Llegó en cabeza hasta el último descenso, pero los márgenes fueron mínimos, al igual que la tierra que dictó la sentencia.
Kiriago grabó la víspera de su compatriota, Joyce Njeru, quien la conservó cuando su cuerpo se rindió. “Tú lo sabes, somos kenianos, representamos a un país”. Eso fue todo -durante dos minutos de tiempo compartido con el que pasó el año- y logré a Jornet en el tramo fácil del bajo. Pero no hay combustible para el final. El asturiano probó el kilómetro más técnico -por los colgantes, por las curvas entre la arboleda y porque el terreno es seguro y la pista no acaba en agarrar- para recuperar el liderato, de alguna manera a unos «turistas» -la categoría de remitentes-. que se hizo eco de los seis de la mañana– y dedicó los segundos que fueron necesarios para los metros finales, un tobogán sencillo en el que su rival fue cazando hasta que la fombra de la Golden la ya sin pajes, sin los cien metros necesarios.
El público lo celebró porque Jornet es la figura idólatra, en gran parte en virtud de Bonnet. Reviso los centros de fotografías que el español se hace con voz y júbilo cuando el megáfono anuncia su nombre. Sólo él puede permitirse el placer de salir a una presentación con la bandera de la carrera cuando el resto de compañeros toman la ruta de nuestros países. Y nadie lo chatea. Porque Kilian es Sierre-Zinal, la carrera que debe terminar.
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