Las despedidas de la crisis energética no van más allá: el depósito debe ser el mismo que hace un año | Economía nacional e internacional.

Una mujer compra gasolina en Madrid como principio de dinero.Eduardo Parra (Europa Press)

El mundo de la energía definitivamente ha superado la brutal crisis de precios de los últimos años. Esta mejora sustancial, sin embargo, no ha alcanzado todos los objetivos: los combustibles para automóviles, una de las fuentes de gas más comunes en los países ricos, son hoy prácticamente los mismos que hace un año. Este es el gran problema para la inflación, justo cuando el IPC se pone en marcha y emprende el camino hacia la primera caída de las tasas de interés en muchos años.

En cuanto al gas natural, está claro que lleva varios meses en mínimos -el mercado mayoritario está hoy claro, con valores prácticamente iguales que hace un año- y una electricidad en mínimos históricos -la mega- hora es hoy cinco veces menos que un año en el mercado municipal, descenso que se refleja en las facturas de las empresas y pymes que optan por el mercado regulado-, los combustibles siguen su propio camino.

El litro de gasolina A, el combustible más habitual en el parque automovilístico español, cuesta hoy 1,61 euros en las estaciones de servicio, pero los más de dos que se encontrarán en el convulso periodo de 2022 —en este solo se aplica la bonificación de 20 céntimos por El litro con dinero público consiguió restablecer cierta presión sobre el gasto de unos conductores cada vez más vapuleados—, pero sólo fueron tres céntimos menos los que tienen al año. La gasolina 95, por su parte, costaba 1,54 euros durante unas semanas, a un solo paso del 1,59 de marzo de 2023.

Désacoplamiento no es español, pero sí común a la mayoría de países de la Unión Europea. En los medios de los Veintisiete, el gas cuesta hoy 1,74 euros, algo más que hace un año. La gasolina, por su parte, costó un céntimo de euro en el último mes, hasta 1,68.

Crudo y refinamiento

Buena parte de este desacoplamiento tiene que ver con el precio del petróleo. El Brent, de referencia en Europa, cambia hoy en 85 dólares por barril, el 120 de junio de 2022, pero resulta que un 20% más que hace un año. Precios significativamente más altos de los que podemos esperar en un mercado global donde tenemos signos de crecimiento estructural, sólo compensados ​​por ganancias artificiales en la oferta de los productores tradicionales, unidos en torno a la OPEP+ y liderados por Arabia Saudita y Rusia. Esta severa restricción voluntaria de las bombas, destinada a sostener los precios, se transmite directamente a los consumidores.

El segundo elemento de la dieta es el de los márgenes de refinación, las ganancias de gasolina por cada barril de crudo transformado en combustible, que, empujados con fuerza, tuvieron un ritmo pequeño del esperado. La mayor empresa del sector en España, Repsol, perdió el 28% del año. La Cepsa, en cambio, subió un 4% interanual, incluso con signos de creciente frenesí en el último trimestre.

“Aunque la demanda en Europa y China no es tan fuerte, Estados Unidos está creciendo y por eso no nos sentimos bajos en los aportes internacionales”, dijo Inés Cardenal, de la Asociación de Operadores Petroleros (AOP). “Además, en los últimos días tuve algo repentino después de que la OPEP decidiera extender los expedientes. En nuestro sector, la oferta y la demanda son los mayores factores de atracción”.

La estabilidad de los precios de los combustibles, en sentido contrario al resto de mercados energéticos, debe acelerar el transporte tanto como los vehículos eléctricos y el transporte público. En el primer caso, incluso si el coste de compra es significativamente mayor, las cuentas acumulan ganancias. Sobrio todo, por lo que las reinas han recorrido muchos kilómetros durante el año. Un potencial horrible que aumenta exponencialmente con el precio de la luz en la zona de mínimos históricos, como en los últimos tiempos. En segundo lugar, las facultades de subvención mermadas por el Gobierno central y autonómico en los meses más brutales de la crisis energética, que continúan prácticamente sin cambios y que elevan de forma duradera el horror a todos aquellos que optan por el transporte colectivo en detrimento del privado.

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