Los grandes ausentes en América Latina | Negociaciones

Diego Mir

América Latina, con sus 20 millones de kilómetros cuadrados, ocupa el 13% del territorio mundial y alberga a más de 660 millones de personas, o el 8% de la población mundial. Una región repartida en dos hemisferios, con gran homogeneidad cultural y biodiversidad que incluye selvas tropicales hasta el desierto. Una región, en definitiva, con vastos recursos naturales, abundante capital humano y, en definitiva, un enorme potencial económico. Sin embargo, en los últimos 75 años, la actividad económica latinoamericana se ha debilitado. Según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, durante el período 1950-1979, la tasa de crecimiento anual del PIB fue del 5,5%, para el período 1980-2009 cayó al 2,7%, entre 2010 y 2023 será sólo del 1,6. %.

Se ha escrito mucho sobre los problemas estructurales que mantienen a América Latina prosperando. Tanto es así que variables como la hiperinflación y el aumento de población que ha transcurrido en el pasado son cuestiones que se pueden mitigar, otras como los insuficientes niveles de ahorro e inversión, la baja productividad, la dependencia de la exportación de materias primas, la informalidad. del trabajo y la desigualdad social sigue sus temas sin resultados. Hay otras cosas que han surgido con el nuevo siglo como los efectos de la inversión popular, la transición energética y la reducción de la brecha digital, así como temas relacionados con la democracia, la gobernanza y la inseguridad pública. El asimiismo, de la mano del diagnóstico, también ha escrito extensamente sobre las reformas estructurales necesarias para resolver estos problemas y asegurar que se haga realidad el incierto potencial de la región. Y, pese a todo, el letargo persiste.

¿Qué había de malo en romper esta tendencia secular? Además de las recetas estructurales, necesitará preguntas de carácter estratégico. La primera es concebir a América Latina como un conglomerado uniforme de naciones llamadas a un futuro común. Y luego, la presencia de un factor que, antes de la aparición de las fuerzas endógenas necesarias, genera exógenamente el resultante momento de cambio que es indispensable.

En su Carta de Jamaica de 1815, Simón Bolívar estableció que, al compartir origen, lengua y costumbres, América Latina debía convertirse en “una sola nación con una sola película que vincule sus partes entre nosotros y con todo”. Paradójicamente, quizás con esta noción -quien dijo el mantra latinoamericano por excelencia- el Libertador creó uno de los principales obstáculos para tener una visión objetiva de lo que puede ser el desarrollo de la región. Sí, los símbolos de la conversión de la realidad al “Canadá bolivariano” divergen cada día, lo que sugiere que la idea de América Latina como destino común es probablemente una objeción.

El deterioro de la visión de la región en su conjunto enmascarada por realidades muy distintas. Algunos datos te lo confirman. Mientras que el aumento anual del PIB en Panamá es la sigla tiene una tasa del 5.5%, en México es sólo del 1.5%; la población en pobreza extrema es del 0,3% en Uruguay, y en Honduras representa el 34,4%; los habitantes de casas que viven en hacinamiento representan el 5,8% en Costa Rica y el 39% en El Salvador; el porcentaje de viviendas con servicios de agua, electricidad e higiene alcanza el 98,8% en Chile, mientras que el indicador es sólo del 50,2% en Bolivia. Se incluye en el territorio de la percepción institucional, mientras que el 79% de la población de Uruguay cree que la democracia es la mejor forma de gobierno, y en Ecuador sólo el 38%.

Es cierto que los países latinoamericanos comparten los problemas estructurales, pero estos obstáculos también son significativamente distintos de los que han enfrentado otras naciones del mundo en su etapa emergente. Lo diferente es que en América Latina tenemos los mecanismos endógenos para los superhéroes y necesitamos un factor exógeno que cree las condiciones para que esto suceda. Del mismo modo, otras naciones, como las más pequeñas con respecto a Europa, se topan con la acción de la Unión Europea, este impulso externo que ha contribuido a cortar todas las tensiones sociales y políticas internas para crear un problema, una primera perspectiva, irresoluble.

¿Por qué su esposa puede comprobar este impulso exógeno para América Latina? Desde la visión intrarregional, es difícil generar intentos de crear alianzas más inspiradas en el ideal de integración bolivariana que económicamente es necesaria, sin entender la lógica de las cadenas globales de valor. Y, desde la perspectiva del mundo que se extiende hasta América Latina, los proyectos de cooperación también surgen de muchas cosas que parecen ser las mejores intenciones para los legados del pasado colonial. Porque parezca mentira el argumento, en el mundo en el que vivimos es una exogeneidad que sólo pueden comprobarse las relaciones económicas y comerciales que las naciones establecen con otras para obtener beneficio mutuo.

Todos los polos económicos globales, como Estados Unidos y China, que no ponen a América Latina con la mirada de quienes pretenden salvar nuevos relatos históricos, sino con una visión pragmática que identifica a las naciones con potencial para transformarse en comerciales y sus homólogos económicos, obviamente a la cabeza. Mientras tanto, Europa –que para tener un cierto significado cultural e histórico debería estar ante el público– da un paso adelante, apoyando una agenda que, aunque plausible, apunta a abordar los aspectos más importantes de la simple relación económica, en la práctica. del lugar. mucho que convertir en un factor que ayude a superar los viejos problemas que amenazan el futuro de la región. Europa sigue experimentando los grandes ausentes de América Latina; ausent en la creación de alianzas de gran escala que resulten beneficiosas para potenciales específicos, en la región, incluso en los países que la integran, y, con ello, como un factor que apunta de alguna manera a América Latina algo que no concierne a la región. mar “Canadá Bolivariano”, pero es una región más próspera y más justa.

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