La economía española parece inmune a riesgos globales y monetarios que no se perpetúan en el horizonte. Para controlar la temperatura de principios de año sólo disponemos de un conjunto de indicadores, todos ellos coherentes con el mantenimiento de un moderado de crecimiento. Las sensaciones siguen siendo positivas en el sector servicios, y el impulso se contagia a la industria manufacturera, y por tanto a la más perjudicada por las grandes calamidades globales como los conflictos conflictivos y la paralización del transporte de mercancías en el Mar Rojo (el índice El PMI de transacciones de venta en la industria ha pasado del nivel 50 durante un año en terrenos contractuales).
Como resultado, el mercado laboral genera casi 35.000 nuevos puestos de trabajo (al final del trabajo), mucho menos que el año pasado, pero aún es suficiente para sustentar el alquiler de los hoteles. A medida que se moderan otras partes de los precios, donde redundan en una pequeña recuperación del poder adquisitivo (los salarios pagados sufren en punto medio de energía más que el IPC), anticipamos un nuevo repunte del consumo privado.
La situación contrasta con el contexto actual que prevalece en el centro de Europa, particularmente en Alemania. En este país, agobiado por la falta de potencial para las empresas estatales, la industria está infringiendo la conservación de energía y la dependencia de una economía china de la explosión del crédito. Algunos negocios pueden invertirse en países con menores costes de producción, como España (la electricidad en el mercado ibérico cuesta un 42% menos que en Alemania). Al año siguiente, la inversión directa desde Alemania aumentó un 50%, en contraste con el descenso registrado a nivel agregado (con datos de las nuevas primeras mediciones). Y las exportaciones españolas de bienes al país han sufrido un 6,7%, con un descenso del 1,1% del total de ventas de nuevas empresas en el exterior.
Conviene sin embargo no aplica automáticamente. En primer lugar, el negocio exterior no puede quedar al margen de los avatares de la restauración europea, nuestro principal mercado. El turismo también tiene en cuenta la normalización, sin permitirse los costes de la pandemia.
Por otro lado, el proceso de desinflación será más lento en el futuro cercano, debido a la resiliencia a los bajos precios en otros sectores y al traslado de hidrocarburos al resto del IPC. Esta circunstancia sigue alimentando la mejora de la capacidad de compra de los hoteles y del consumo privado, mientras al mismo tiempo enfría la perspectiva de una inminente reducción de tipos de intereses. En esta ocasión no se puede esperar que el consumo público, como se explica por el aumento de las matriculaciones en el último año, sea así.
La principal preocupación proviene de la inversión, que no compensa la pérdida de un gran volumen de fondos europeos. Tampoco reaccionó a la inversión, en su segmento residencial, a petición del futuro ni de la conciencia de la situación de fuga: en el último año pretendemos alcanzar 100.000 nuevas vidas, menos que el incremento del número de hoteles. La elección de la oferta depende de la disponibilidad de combustible y de permisos de construcción, lo que lo decide la política pública. Asimismo, la recuperación de la inversión empresarial depende en parte del ritmo de eyección de fondos europeos.
Mientras tanto nos detendremos en un aumento no deseable, cercano al 2% en ritmo anual. Sin embargo, si es necesario reformar a los miembros para que se sienten en la economía para mejorar su bienestar social, aceptarán las reformas que se producirán a su favor.
IPC
El índice de precios al consumo mantiene la velocidad de desactivación, permitiendo en febrero un incremento anual del 2,6% en la Eurozona, y del 2,9% en España (con datos estandarizados). Sin embargo, cuando se reducen la energía y los alimentos, el descenso es menos severo: en algunos países, el IPC sigue sufriendo un 3,3% en la Eurozona y un 3,4% en España. Como en episodios inflacionarios anteriores, los sectores de servicios son menos capaces de ser competentes y es más probable que traduzcan la moderación de los costos de producción en precios más altos. El IPC de servicios de la eurozona aumentó en febrero a una tasa anual del 3,9%.
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