lEl 7 de julio asistimos al inicio de una Francia apegada a la República y a sus valores. Para cerrar el camino a la extrema derecha, millones de ciudadanos han aceptado votar por candidatos que a veces están muy alejados de sus opiniones.
Este gesto no debe olvidarse y nos obliga. Requiere que implementemos rápidamente las condiciones para un declive de la extrema derecha aplicando una política alternativa para responder finalmente aquí y ahora a la ira y la desesperación de millones de franceses. A través de una política social, por supuesto, pero también dando respuestas a los miedos y reflejos de cierre, así como al sentimiento de abandono que han expresado nuestros compatriotas.
Dado que el único resultado innegable de estas elecciones es que una gran mayoría de los franceses no quiere que la extrema derecha ponga en peligro nuestros valores, las primeras medidas de esta Asamblea Nacional sin precedentes deberían dedicarse a la creación de locos que los protejan contra los iliberales. excesos autoritarios, discriminatorios y antidemocráticos que podrían llevar mañana a la victoria de la Agrupación Nacional (RN). Una misión republicana que debería encontrar una mayoría fuerte incluso en esta legislatura dividida.
Francia menos armada para defenderse
Hay una emergencia porque se acerca el tsunami. Y ya no podemos pretender que este peor escenario sea ciencia ficción política. Si no hacemos nada, la extrema derecha podrá organizar gradualmente, sin ninguna revisión constitucional, el cambio hacia menos igualdad, libertad y, en última instancia, menos democracia.
En Hungría, Polonia e Italia, los gobiernos de extrema derecha ya han atacado a las minorías, la cultura, los medios de comunicación y, por tanto, la convivencia. Las democracias de estos países sólo han resistido gracias a contrapoderes, como la descentralización en Italia, que limita de facto los poderes de Georgia Meloni.
Sin embargo, Francia, más centralizadora y presidencialista que nunca, está menos armada para defenderse. Un sombrío presagio, esta disolución precipitada por un presidente aprendiz de brujo condujo a la transición a VY La República es una prueba de choque a gran escala y los resultados son preocupantes: el bando presidencial pierde las elecciones, pero su gobierno dimitido permanece en el cargo; sus ministros diputados votan en la Asamblea; y la coalición que salió victoriosa en las elecciones legislativas no se llama gobierno.
Estos acontecimientos han puesto a prueba la resiliencia de nuestras instituciones. Debido a que nuestra democracia no sólo se basa en la expresión del pueblo, que es esencial, sino también en la vitalidad de instituciones republicanas sólidas, hemos tomado medidas para establecer las salvaguardias necesarias para su protección.
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