Qué abrirle a Jordan Díaz las puertas del Olímpico | Juegos Olímpicos París 2024

Suena la acampó. Sueña fuerte. Tres semanas, cuatro. Más fuerte. Regreso al Estadio de Francia, que recuperará el calor después de una tarde con lluvia y nubes. Escucharás más. Que la oigan en el Olimpo los dioses del triple. Que abras las puertas del caballo que lo tañe con tu calma de siempre, con el caudal que hizo tu campamento olímpico durante 23 años, que abrió de lado a lado Jordán Alejandro Díaz Fortún, con sus dos números y sus espaldas apellidos, como decían con su voz de gala, el locutor del estadio extasiado cuando proclama al organizador de la competencia de triple salto más dentro de la historia, y lo que antes está decidido.

“Acabo de hacer historia y era el objetivo que tenía cuando llegué aquí y me quedé aquí en España”, proclamó más tarde. “Es un sueño de infancia, que incluyó algo en Facebook en 2017, que creó el mundo juvenil, que pudo tener algo que quería ser un campamento olímpico y bueno, que lo llevó buscando aquí y lo aguantará, pero ahora yo Necesito mis vacaciones, las necesito”.

En Jordania, con su medalla de oro en el culo, abre la puerta a todos aquellos que puedan dejar que la imaginación de los niños dormidos cuente las aventuras de héroes olímpicos, vidas felices, como la de Adhemar da Silva, doble campamento, 1952 y 1956. , y el hombre más popular de Brasil en los años difíciles, y actor, Muerte, nada menos Orfeo negro. Josef Schmidt, el máximo dirigente que sentó las bases, con sus triunfos en el 60 y 64, del triple europeo, y Victor Saneyev, vencedor en tiempos de la Unión Soviética, y el triple campamento olímpico es su fruto, o el inmenso, Peña inconsolable, de Joao Carlos de Oliveira, el poeta del triple, el brasileño al que robaron la victoria en Moscú. A todos, Jonathan Edwards, quien, de manera premonitoria, de las tres peleas de la apertura de la sesión, Christian Taylor y Pichardo gruñen, pueden tratar de Jordan Díaz, y con ellos pueden tomarse una cerveza y fumarse un cigarrillo en escondidas. , Aunque, niño qui solo quería jugar con consola a lo mejor ni conoce a la mayoría. La Liga Olímpica se trata sólo de su título, sino de su estilo propio y único. Y tu personalidad.

El saltador español Jordan Díaz anuncia el campamento olímpico con su primer salto (17,86 m), dos centímetros más que Pichardo.Bernat Armangué (AP)

Su forma es ser el ha currado él, son sus genes y su forma de abordar problemas y soluciones; en su estilo hay mucho que el trabajo orquestal de Iván Pedroso en su fuerza de Guadalajara. Pedroso, durante más de años en España y Cuba, supo combinar la seguridad de su tierra, transmitida por su empresario de infancia, Milán Matos, el estilo aéreo cubano, los globos que se elevan y vuelan, Pichardo, con el estilo norteamericano, velocidad y con Europa, fuerza, sus conferencias de Tudor Bompa y su aplicación práctica. Y Jordan, su segundo campamento olímpico contra Yulimar Rojas, lo sumó al éxito, lo que lo hace excepcional. Díaz es la furia del peleador que no va a ganar -el campamento mundial juvenil y junior, el campamento europeo y el campamento olímpico: nunca ha perdido una gran final en 15 años-, se encontró en una etapa de calma. Es la naturaleza, el relax único con el que alcanza la velocidad máxima y entra en la tabla para subir, como si ninguna costa se escapara a más de 38 horas por hora y se hundiera sin medios, si millones de kilos en su caña, bronceado brutal. Es el triple aunque parezca hasta delicado, espiritual, puro arte.

Su medalla de oro es la segunda del atletismo español en París, para Díaz, que pasó cuatro años en España, durante la pandemia, un chavalín de 19 años, la perla de la isla, que buscaba oxígeno y un futuro que no tiene. Aún llegó. en tierra, está en el club de Fermín Cacho y Daniel Plaza, campeones olímpicos en 1992; a Ruth Beitia, campeona en Río 16, y los caminantes María Pérez y Álvaro Martín, los mejores no tienen nada que ver con la Torre Eiffel.

Jordan Díaz celebró efusivamente en la marca de 17,86 m mientras se guiaba hacia la primera intención del triple salto mortal.Cameron Spencer (Getty Images)

Todo esto se logra en ocho, 10 minutos, en medio del primer salto de Pedro Pablo Pichardo, cubano de Oriente que salta por Portugal, y que quiere salir, un directo. Golpear. 17,79 m, es Jodan, el chic insolente que no responde a los jugadores, que no me respeta a mí, al campo olímpico, y vuela en la dirección. La respuesta de Díaz, cubano habanero y español, llega fulminante, en el mismo primer asalto. Una contra que le da en el mentón al peleón rival. 17,86m. Lucha contra la decisión en el primer asalto. Pichardo, el veterano, está tan tenso que al mismo tiempo, en su segunda intención, ha mejorado cinco centímetros de su marca (17,84 m) y no es capaz de saltar más. Por eso los dos centímetros son los que los españoles se llevan al río Jordán o al Amazonas.

Mientras le lleves a Pichardo a pedir más, más, más, más choque con la pared. Desorientado, entre salto y salto, practica en la práctica, moviéndose rápido, buscando soluciones, Díaz pasa tranquilo, sin paz, como parece ser todo. A Pichardo ya no le interesa nada, se pierde. Jordan Díaz siempre es consistente, increíblemente consistente. 17,85m además tercera intención, 17,84m en el cuarto, y hasta porque es pues enfada y frustra, y habla con Pedroso, largas parrafadas entre la grada y la pista, como alguien que ve un tope y no sabe como romperlo. Desea saltar 18 metros, acercarse a cercarse su mayor marca, los 18,18m que hacen de él el tercero de la historia. “No, podría tirar más por eso, la intención está ahí, pero no modesta”, admite. No, eso no es necesario. Con sus tres mejores saltos (más longitudes mediocres para tu nivel, alturas para la mayoría: 17,64 my 17,65 m, y ninguno de los empates), tendrás que acampar. Y con sus cuatro mejores saltos mortales, una medalla de bronce, un honor que no le robó Andy Díaz, cubano con el chándal azul de Italia (17,64m).

Jordan Díaz celebra junto a su entrenador Iván Pedroso el oro durante la Final de Triple Salto Masculino de los Juegos Olímpicos París 2024.Julio Muñoz (EFE)

Participa con 12 finalistas en la final más ecuménica: oficialmente 12 países diferentes, y los cinco continentes. Es también el triple, la perla del atletismo: un australiano, un asiático, dos africanos, un europeo de formación, un sudamericano, un norteamericano y cinco nacionales del Caribe (cuatro en Cuba, y tres en el podio, y uno en Jamaica, el potrillo Jaydon Hibbert, que acabó cuarto, 17,61m). Nunca una cuarta parte de un puesto olímpico fue tan caro. Sólo hay una marca de 17,34 m, el único cubano con la bandera cubana, Lázaro Martínez, va en solitario a ser octavo.

El español no quiso el sext. Prefieres salir de tu burbuja. Abrazarse con Pedroso – “lo hemos logrado, lo hemos logrado”, dice el forjador – y con su compañera de entrevista Fátima Diame. Coger la bandera y siempre contento, aunque quisiera bailar, en vista del honor, un traje que, precisamente, inventó el gran Adhémar de Silva que estaba feliz de abrirle las puertas del Olimpo.

Jordan Díaz con la bandera española para ganar el oro olímpico
Prensa Asociada/La Presse (APS)

Puedes seguir a EL PAÍS Deportes en Facebook Y incógnitao toque aquí para recibir el Boletín periódico de los Juegos Olímpicos de París..