Tan culé no serás, Guardiola | Fútbol | Deportar

Estuvo mucho tiempo, pero cada vez supo que el Barça era un club instalado en la dicha más absoluta el día en que Pep Guardiola anunció que tenía su cargo como entrenador del primer equipo. Al final de los actos, los socios votaron por mayoría haber sustituido la legitimación de Sandro Rosell a la presidencia, por una declaración de intenciones. Y el equipo puede comprometerse con cualquier persona, o ésta decide, con la salvación de lo que acaba con Tito Vilanova, ni más ni menos, el tiempo sentimental necesario para desesperar a Guardiola sin el gusto amargo muy propio de las rupturas.

Insistir, decirlo, porque la memoria se adapta a su líquido como el jabón, todos queremos conservar bien nuestros propios recuerdos. Por eso nos enfrentamos al error de idealizar nuestra postura ante circunstancias pasadas. Y que hoy circula por el club la sensación de que Guardiola es porque ésta, sin más motivación ni más cartón, es una justificación pronunciada para un momento complicado, que es todo lo que un aficionado al fútbol puede desear para no sentirse excesivamente interpelado y mucho menos angustiado. .

Entonces leímos que supimos que el de Santpedor también era un buen técnico tal y como habíamos contactado con él. La pizza era de Tito Vilanova, dato muy importante. Y Messi simplemente necesita restringir el consumo de hamburguesas y bebidas, ocuparse todo de la sal de campo y la filosofía, absteniéndose en sus pensamientos junto con la línea de llamada. Piqué estuvo Feliz, al final, sin el guardián de la mazmorra. Y Cesc Fábregas también estaba contento… Todos estaban contentos con la salida de Guardiola de Ecuador, y entonces empezó a instalarse la idea de que tus amigos serían lo más conveniente para todos, sobre todo para la parte de la afición que prefiere guardar el expediente. de Chygrynskiy a encima del juego o de los títulos cosechados.

Irse Sabre

Legó entonces las acusaciones del personal Indole, de un fango orquestado del club y de ese dio pie a que un contable de Murcia o un jubilado de Les Corts te explicaban, con pelos y señales, que había pasado entre Pep Guardiola y Tito Vilanova. . Así se produjo el último enfrentamiento entre Rosa Benito y Amador Mohedano, quienes encontraron allí la posible sombra moral de un futuro que siempre pasa por detenciones y cierta acusación contra los malhechores. Porque cuando Guardiola regresó por primera vez al Camp Nou, se convirtió en entrenador del Bayern de Múnich y su cabeza permaneció en contacto con los aplausos.

Esta semana confirmé que Guardiola tenía la costumbre de no volver al banquillo del Barça, parte de la afición se encontraba incómodo en su silla y no sonaba como si hubiera empezado a poner en duda el barcelonismo del técnico, especialmente en las redes sociales. No hay nada mejor que compartir el escudo del Barça con la foto de tu superhéroe favorito para investir de cierta autoridad moral que todos ostentan, además del corazón de una leyenda. “Si hoy no necesitamos discutir el retorno, no será así”, dice un buen amigo mío que perdió todos sus exabruptos, incluido éste. Quizás la última gran lección del maestro sea precisamente: saber irse a tiempo es a veces tan importante como saber conformarse.

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