Actualmente existe una buena cantidad de investigaciones sobre la neurociencia de la meditación, que demuestran que mejora la autoconciencia, la regulación de las emociones, el autocontrol y muchas otras cosas. La mayoría de las personas, si son honestas consigo mismas, adoptan algún tipo de hábito de afrontamiento cuando se sienten estresadas o deprimidas. Piense en la comida, el alcohol, el doomscrolling, el entretenimiento, las compras e incluso el exceso de trabajo y ejercicio. La mayoría de los adultos nunca han recibido educación formal sobre qué hacer con las emociones negativas.
La adicción no se trata sólo del uso de sustancias. Se trata de intentar evitar un sentimiento. Se trata de intentar escapar. Sabes que no es bueno para ti, pero lo haces de todos modos porque no te gusta el estado actual en el que te encuentras, ya sea sintiendo dolor, pena, pérdida o vergüenza.
¿Por qué? Porque tu compulsión en ese momento es más fuerte que tu conciencia. Estás pensando a corto plazo, porque las áreas primitivas de tu cerebro secuestran tu capacidad para discernir y ser consciente del panorama más amplio de lo que es bueno para ti. Estás hiperconcentrado en el alivio de lo que sea que estés experimentando y eres impulsivo para cambiarlo.
Ese secuestro se produce porque las partes del cerebro que sirven para la toma de decisiones y el autocontrol (como la corteza prefrontal) a menudo no funcionan correctamente en el calor del momento. Esto permite que las áreas cerebrales más antiguas que compartimos con nuestros ancestros evolutivos (como los roedores) gobiernen la mente. Estas áreas, como la amígdala, dan señales rápidas y poco refinadas sobre posibles amenazas y recompensas. Son importantes para nuestra supervivencia inmediata, pero pueden tomar decisiones equivocadas sin que la corteza prefrontal nos dé una idea más amplia de lo que es bueno para nosotros a largo plazo.
Las investigaciones muestran que, cuando meditas, se fortalece esa vía neuronal para la autoconciencia. Está ampliando su capacidad para ser consciente de sus propias emociones y, por lo tanto, controlarlas, sin caer presa de comportamientos compulsivos. La meditación, debido a que cultiva la autoconciencia, te permite ganar perspectiva y, por lo tanto, ganar naturalmente el autocontrol.