Hacienda mitiga el impacto de las tipologías pero aumenta un 2,2% el consumo, máximo en 2018 | Mercados financieros

La rentabilidad de la deuda parece haber tocado techo. Después de una apariencia en la que los mercados tienen tipos altos durante más tiempo, el entorno económico ha reajustado, a la baja, las previsiones de tipos de intereses. En este contexto, el coste de la deuda emitida por el Tesoro se registró: en el mes de julio, el coste de las nuevas operaciones se situó en el 3,285%, frente al descenso mediático del 3,425% registrado durante el mismo período de 2023.

Sin embargo, el coste de la deuda pública española aumentó hasta un 2,2%. Hasta ahora, los esfuerzos realizados para aumentar la vida útil de la tarjeta de crédito tenían como objetivo mantener al límite el coste de la financiación. Así, en un contexto en el que el BCE permitió que los tipos aumentaran en 450 puntos básicos, el tipo medio de deuda disminuyó, pero con menor intensidad. Desde el mínimo del 1.642% registrado en julio de 2021, el coste de la deuda pendiente ha aumentado 56 puntos básicos, hasta el 2.209% en julio, máximo en 2018. “La buena gestión financiera lograda en los años del tipo cero está permitiendo una mayor solvencia y manipulación capacidad”, afirmó Javier Pino, analista de Afi.

Las menores necesidades de refinanciación, aquellas que hacen que las nuevas operaciones sigan un tipo inferior a las referencias amortizadas -muchas de las emitidas en momentos de crisis-, han ayudado a contener la carga financiera. Pero este efecto sustitución se ejerció sobre el comprador, en particular en las plazas medias y largas: la semana pasada, hace 10 años, lo que se vendió este año, se emitió en 2014, ejerciéndose en esto que es lo mismo (en el mercado secundario) en Francia del 4% en principio para el año a algo más del 2% al final del ejercicio. Este año las emisiones a 10 años se sitúan en un nivel medio del 2,877%. El último alquiler compartido del tesoro se vendió en este lugar al 3.112%.

Normalizar la política monetaria podría ayudar a aumentar el costo financiero. La rebaja de tipos acometida en junio y las expectativas de lo que se repite es este movimiento, al menos, una vez antes de fin de año, ayudaron a registrar el tipo de las nuevas emisiones. El mejor ejemplo de este mensaje son las cartas, la actividad estrella entre los pequeños ahorradores. Durante el primer año del año, el BCE insistió en luchar contra la inflación, emitiendo deuda a corto plazo aumentando mes a mes. En el mercado principal, las letras a 12 meses están en marzo al 3,5% y se espera que lleguen al 4%. Sin embargo, durante la edición de agosto, esta referencia está por debajo del 3%.

Las turbulencias de las últimas semanas han acelerado esta tendencia: el mercado espera dos tipos de caídas en la eurozona y entre dos y tres en Estados Unidos, en las tres reuniones previstas antes de fin de año. En julio, Société Générale por sí sola preveía una recuperación de tipos cada vez mayores en la zona del euro que ya lleva un año y que volvería sobre el inicio de la normalización monetaria en EE UU en 2025. Un entorno de política monetaria más laxo y el mayor apetito de la española son un caldo de cultivo perfecto para que el Tesoro reduzca de forma paulatina el coste de la nueva financiación. En el balance final, el coste de la vida depende del efecto de las emisiones que vienen, cada vez más exigentes porque se sitúan con tipos bajos.

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En agosto, la actividad en el mercado de capitales se desaceleró. Tras las dos entregas de cartas realizadas en las últimas dos semanas, Hacienda se ha puesto férrea y, como viene siendo habitual cada año, no ha solicitado la colocación de mañana en la plaza mediana y grande prevista para el día 22. Septiembre cuando regrese. su actividad, un mes coincidiendo con las subastas previstas en el calendario, deberá realizar una operación sindicada. Sus meses de elevada actividad han permitido a los emisores públicos y privados acelerar las ventas para complementar sus esfuerzos de financiación antes de que los gestores cierren sus tarjetas y las condiciones del mercado queden paralizadas.

En este sentido, España tiene buena parte de los deberes hechos. En el primer semestre del año, la organización que dirige Paula Conthe había emitido emisiones brutas por valor de 150.000 millones, o el 58,2% del total previsto para el mes del año (257.572 millones de euros). En julio, la vida mediática de la tarjeta retransmisora ​​es de 7,94 años, en línea con la estrategia que, desde hace años, defiende el tesoro de priorizar las retransmisiones espaciales de mediano y gran tamaño y que es ayudar a apoyar a la alcaldesa holgura la fuerte sufrida de los tipos.

Hasta la fecha prevista, siempre que las emisiones estén previstas en el calendario como las señales, son buenas para la confianza de los inversores. Las dos emisiones de gases de efecto invernadero de los últimos 10 años se celebraron este año con una demanda récord: 125.000 millones en la cámara de mayo y 138.000 en la moneda de plata. Estas dos operaciones tuvieron lugar en febrero de hace 30 años, las primeras en esta plaza desde principios de 2022, antes de que el BCE pudiera terminar en la era del tipo cero. Antes de esperar que las bolsas no sufran, los inversores recuperarán su apetito por asegurarse tazas atractivas. De esta forma, la participación de inversores extranjeros en estas operaciones es del 90%. Y al Cierre de Mayo, última vez que estuvieron disponibles, los inversionistas extranjeros poseían el 41,88% de la deuda.

El fin de los programas de compra de deuda por parte del BCE (y el final de las reinversiones) ha bajado el peso del organismo europeo en la tarjeta de deuda: actualmente, mantiene su poder al 28,89 % del total, como máximo. distancia del 33,58%. Al mismo tiempo, las ofertas atractivas y las expectativas de que la rentabilidad debería aumentar (incluso si el precio, que se mueve en la dirección opuesta, es moderado) se han convertido en un activo para que los once bancos estén expuestos al endeudamiento. Esta estrategia tiene un especial protagonismo ante las expectativas de fin de año favorables al margen de intereses (la diferencia entre lo que ganan los prestamos y lo que pagan los depósitos). Las entidades poseen el 13,4% de la deuda viva, pero, con todo, el 30,8% que se registró en los momentos más duros de la crisis de deuda. Hoy en día, la combinación de riesgo sobrio y riesgo financiero no es algo que preocupe a los inversores.

La más mínima presión financiera sirve de oxígeno a las finanzas públicas. Aunque España tiene un libro, de momento, del reproche fiscal de Bruselas (durante el año 2023 el déficit se sitúa en el 3,66%, antes de que el 3% que establecen los tratados europeos), el incremento podría complicar el camino. La relación deuda/PIB alcanzó los máximos del 125,3% registrados en el primer trimestre de 2021. Aunque en octubre de 2023 se situaba en el 107,7%, todavía está por debajo del 60% que Bruselas exigirá cuando las normas fiscales entren en vigor en 2025. “Es una espada de Damocles”, afirma Cristina Gavin, gerente de Renta Fija de Ibercaja Gestión.

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