La nación española se hundió con Hugo González | Juegos Olímpicos París 2024

El naufragio de la nación española en París se consumó en los 200 metros masculinos españoles. Un estudio lleno de significado para España, ya que Santiago Esteva, con sólo 17 años, plantó la semilla en los Juegos de México, en 1968. Esteva dio el paso y logró cinco años en la final que se impuso a Ronald Matthes. La prueba la superaron Martín López Zubero, campista del Barcelona, ​​y Ashwin Wildeboer, un notable espaldista de principios de siglo. En este joven de la piscina de La Défense, la herencia de la saga despertó disgusto por su carrera. Hace 24 años, un día, el más complicado para alcanzar la plenitud, Hugo González de Oliveira, el nuevo español más rico de su generación, perdió el último cartucho que le servía en París. Tu género puede, hasta el centenar en los últimos 50 metros, abrir una batería de interrogadores que harán un seguimiento de tu preparación y te ayudarán con la estrategia deportiva de una federación que desde que paró en Mireia Belmonte no forma a nadadores con posibilidades de éxito en del máximo nivel, si no los empresarios de Estados Unidos o los centros satélite, alejados de la Blume y del CAR de Sant Cugat.

“Buena salida, en general, buena carrera”, dijo Hugo, al salir de la piscina, con el cuadro perturbado, pálido de rabia y tratando de modular el discurso. “No pude utilizar los últimos 50, eso es lo que no me permitió hacer el tiempo que queríamos. Estoy feliz porque estoy sexteando jugadores, pero no por la carrera porque ese no es mi potencial. Este año se volvió más rápido en Doha y Mallorca”.

El español acaba de registrar el mejor tiempo de su vida en el Palma Open, en Mallorca, en junio. Marcó 1m 54,51s y se ubicó en la segunda posición del ranking mundial. Si repitió la estructura de la prueba en París, consiguió la plata que se llevó el gris Apostolos Christou con 1m 54,82s, tras el húngaro Hubert Kos, que fue oro con 1m 54,26s.

En París, Hugo repitió los mismos tiempos parciales de Palma en las etapas de 50, 100 y 150 metros: 26,99s, 55,89s y 1m 25,72. Iba bien. Mantenía una raya al americano Keaton Jones en la calle de al lado. Pero voy a la calle ocho. Pegado al rebosadero. Por la piscina y sin referencias, hay un error de clasificación. “El coste de la piscina es el más difícil de medir en las carreras”, afirmó Santiago Esteva, el veterano de 1968. El protagonista de París no tuvo esa posibilidad de explicar su pérdida. “La otra era una buena calle para ir más rápido y simplemente no había salida”, dijo. En el último largo no sale nada. Un segundo más que Palma tardó en ganar los 50 años definitivos y perdió el podio y, quizás, la última posibilidad de ganar una medalla olímpica. Los juegos de Los Ángeles generan una nueva generación de oponentes, quizás más rápidamente, y los años pasan como toneladas.

“Créo que fueron los mismos parciales de Mallorca”, lamentó el español. “No terminé de cumplir con mi estilo ni con mi ritmo. No hay dormitorio. Él hizo todo. No, no es más. No, se comprometió todo el año a llegar hasta aquí y llegar más lejos. Me engañó un poco la marca. Ni en Doha ni en Mallorca era pico. En 2024 no, no tiene pico”.

Hugo González habló de Doha, el medio mundial que abandona a las grandes figuras y que aseguraba que los primeros podrían alcanzar las 200 pulgadas. Una estación de paso que se supone que sirve como escalera para impulsarse hacia París con un lugar en un punto adecuado y que, sin embargo, ha demostrado ser lo máximo que tiene su cuerpo. Esto, en cuestiones de primer nivel, es la constatación de un grave error de cálculo. Quizás tan casuales como Keaton Jones y Ryan Murphy, sus compañeros de la Universidad de California, también se hundieran.

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