No hay fiesta del heno sin aguafiestas. Todos los Juegos Olímpicos, como toda celebración colectiva, tienen sus disidentes, y eso no es lo que está pasando: iluminar los puntos ciegos es el contrapeso necesario que grava y puede ayudar a poder mejorar. “Lo que me preocupa”, escribe Manuel Vázquez Montalbán en EL PAÍS en vísperas de Barcelona 1992, “es que gentes series, lúcidas, según me consta, y adoradoras de dioses tan menores qui ni siquiera sa public, se hayan prestado a esta romería. » París 2024 reunió a multitud de disidentes y aguafiestas. Francia tuvo cuatro días para una nación de vazquezmontalbanes. Es raro que en las semanas y meses anteriores encuentre entusiasmo por los juegos. Es raro que un día después, y con un país inflamado de orgullo, nos encontremos con quienes lo critican.
Mientras la agitación busca a los disidentes y a los aguafiestas, es allí donde encuentran a sus desaparecidos, donde tienen otras preocupaciones además de las victorias de Léon Marchand, el récord mundial de Duplantis o si el Sena está lo suficientemente limpio para bañarse. Es el momento en que la hora de cada día eleva el mundo mágico con el óleo olímpico en el jardín de las Tullerías. En la plaza de la Bastilla, a cinco kilómetros de distancia, hay otro tipo de colección colectiva, otra galaxia. “Es un hombre”, explica Kheira y declara el centenario de las tiendas rurales instaladas. Exige al Estado que “cumplir las promesas en materia de patrimonio social de los JJ OO”. Según Abdelhak, un hombre que pasó años sin trabajo y pobre viviendo en situaciones precarias o, como ahora, en uno de los días de la Bastilla: “Mira lo que está vivo, que las Olimpiadas me interesen un poco. »
Entre los últimos días, un grupo de muchos africanos acabó en la tertulia y el revuelo se acerca y la pregunta de dónde venían: “De Guinea Conakry”. “De Malí”. “Del Congo”. “Lo escuché hace tres semanas”, dijo uno, y otro: “Estoy en París desde enero”. » Algunos pasan por Italia antes de llegar a París; otros, por España. “Las Palmas y después Madrid”, dice uno de estos dos. Y explica que llama a Alahassane Diallo. Que tienes 15 años. Que, al llegar a París, se dirigieron al puente del Sena y que un día, por la mañana, la policía gritó “rápido, rápido”. Que, como el resto de compañeros nuestros aquí, quieren ir al colegio. Mientras que los JJ OO, Alahassane y los demás respondieron con preocupación, como los habitantes del planeta Marte. ¿Juegos? ¿Qué Juegos?
“Tenemos más de un año para sanear una empresa”, denuncia por teléfono Antoine de Clerck, de la asociación. La otra cara de la moneda. “(El objetivo es) conseguir que las personas invisibles que, en tiempos normales, están en el espacio público y son los actores imprescindibles cuando nos encontramos con las cámaras de televisión sean los turistas del mundo entero”. Entre 2023 y 2024, esta asociación registró, en la región parisina, la expulsión de 12.545 personas que vivían en la calle, en chabolas o en edificios ocupados. Un aumento del 38,5% respecto al periodo de 2021 y 2022. Las autoridades autorizan, en determinados casos, tratar los autobuses en una residencia fija y, en otros, permitir la instalación de estadios desmontables o estadios junto al Sena. . Rockhaya Diallo, ensayista de Tercia: «Es como si Francia presentara una máscara, como si fuera un padre abusivo que atendiera bien a los invitados cuando vinieron a la ceremonia». Pero es menos grave: ocurrió en un día. Como dice Vázquez Montalbán: “Los JJ OO, como las caídas valencianas y los mensajes grabados en la serie Misión imposibleestán destinados a la autodestrucción”.
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