lHumo blanco, por fin. O casi. Cinco días después de la clausura de los Juegos Olímpicos (JO), entre dos ceremonias conmemorativas en Var – en Saint-Raphaël el jueves y en Bormes-les-Mimosas el sábado, con motivo del 80º aniversario del desembarco en Provenza – Emmanuel Macron dio a conocer su calendario: recibirá a los dirigentes del partido y de los grupos parlamentarios el 23 de agosto en el Elíseo, antes de nombrar un primer ministro la semana siguiente. El Elíseo explica que es una cita «concertado» con los interesados, no todos han regresado de vacaciones. Cualesquiera que sean las explicaciones dadas, el Presidente de la República ha optado claramente por tomarse su tiempo para actuar sobre el voto de los franceses, siete semanas después de que se expresaran el 7 de julio. “Tenemos que hacer las cosas con orden, es decir un tiempo de arreglo antes que el de la coalición”argumentó en privado.
Al día siguiente de la segunda vuelta de las elecciones legislativas, su silencio sorprendió, mientras que la amenaza de una llegada al poder de la extrema derecha acababa de descartarse, al límite. Después de haber puesto brutalmente en tensión al país, imponiendo elecciones legislativas anticipadas y mal preparadas, que no dieron tiempo a los candidatos para dar la vuelta, y mucho menos para debatir sobre el fondo, Emmanuel Macron perdió inmediatamente el interés en el veredicto de las urnas. elecciones pasadas.
Como si se lavara las manos, sin prisa por actuar sobre su derrota y la de su bando (rechazado dos veces, en las elecciones europeas y en las legislativas), dejando a los franceses, que sin embargo habían acudido en gran número a votar, sobre su hambre, en cierto modo “desairada”. De repente, porque había decidido esto, se volvió urgente esperar…
Actúa como si hubiera ganado
El miércoles 10 de julio, con su carta a los franceses, y luego el martes 23 de julio, en France 2, había ganado más tiempo, imponiendo una “Tregua olímpica” después de haber enviado a los partidos y a los grupos parlamentarios –a los que llamó coalición, cuyos contornos se permitió definir– a su “responsabilidades”, olvidando que es propia, constitucional (artículo 8), la obligación de aprender las lecciones del examen y de nombrar un primer ministro, incluso si no surge una mayoría clara.
Un mes y medio después de su derrota, Emmanuel Macron actúa como si hubiera ganado y todo dependiera todavía de él, y Francia sigue sin tener un nuevo gobierno. Un retraso sin precedentes y preocupante que coloca al país en una situación totalmente inusual, con ministros responsables de los “asuntos de actualidad” pero que siguen tomando decisiones cruciales (la preparación del próximo presupuesto, por ejemplo), mientras participan en las primeras votaciones de la Hemiciclo (sobre el reparto de cargos, en julio), desafiando la separación de poderes.
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