“Después de los Juegos Olímpicos, los partidos republicanos deberían centrarse en alimentar una visión constructiva de Francia”

ATras la euforia, la vuelta al bache. En esta extraña secuencia estival, Francia tendría, por tanto, una “resaca”, sin gobierno y sin una mayoría clara. Los Juegos Olímpicos (JO) mostraron efectivamente a Francia en sus mejores aspectos deportivos, organizativos y artísticos, con ese alma extra, la de un país casi reunificado, aunque normalmente sus fracturas son las más evidentes.

Más allá de un –esperamos– verano olímpico y paralímpico extraordinario, ¿qué puede seguir siendo positivo a largo plazo?

Nos parece que se pueden extraer tres lecciones políticas.

Observemos primero que los extremos, que actúan electoralmente y con demasiada frecuencia orquestan el debate, lucharon, en silencio o fuera de sintonía, durante este episodio unificador. Las pocas controversias de identidad iniciadas tuvieron menos resonancia de lo habitual. Los extremos se alimentan de nuestros males y practican la denigración.

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Los partidos republicanos no les derrotarán en este terreno y, por el contrario, deberían trabajar para alimentar una visión constructiva de Francia. Esta es la primera lección. Porque lo que más nos falta es visión e historia. Los Juegos Olímpicos ofrecen un ideal hecho de éxito, fervor, influencia, inclusión y fraternidad. Tantos valores y objetivos que deben unirnos estructuralmente y protegernos de deseos reaccionarios.

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Pero nada se hará mecánicamente. El poder macronista atrofiado se equivocaría al jactarse, no sólo de un éxito de equipo, que debe compartirse con una serie de autoridades locales de diferentes sensibilidades –empezando por la ciudad de París–, desde la candidatura hasta la organización concreta. del evento, sino también porque el estado de ánimo de los Juegos tiene poco que ver con la forma en que el presidente y su partido han gobernado Francia durante siete años, sin narrativa y aislados de las clases populares, como ningún poder lo ha hecho nunca. estado. Los Juegos tienen una inmensa fuerza simbólica pero no constituyen un proyecto social. Y, segunda lección, es de uno a otro de donde debemos pasar.

Cemento unificador

Comentario ? Conservando ya el cemento unificador, mostrando el deseo de unirnos contra el veneno de la división. Luego, implementando políticas públicas que correspondan a este deseo, aprovechando nuestras fortalezas. Los Juegos Olímpicos demostraron que teníamos algunos de ellos. Cabe destacar la calidad de nuestra infraestructura renovada. Benefician enormemente, y esto es una suerte, al departamento que alberga la población más pobre de la Francia continental, Seine-Saint-Denis.

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